viernes, 30 de enero de 2009

Requisitos de un poema para ser considerado bueno

Si...

A Rudyard Kipling


Si puedes desacomodarte y no instalar, sin afán capcioso, cosas tales como

Sintió la brisa suave

Mi humilde pero sincero homenaje

Suprema instancia

Los caminos de la Patria

Las semillas de la Libertad;





Si puedes desajustarte y no verter, sin guiño literario

La dulce caricia o El dulce mirar

Su generosidad sin límites

Se rompió en mil pedazos

Una noche oscura y cerrada o Un día luminoso y abierto o Noches consteladas de estrellas o Noches melancólicas y tristes;




Si puedes desacatarte y no asentar sin, por lo menos, sorna

Un día de crudo invierno

Desgranando días

Una sombra fugaz

El murmullo de los pájaros;



Si puedes insurreccionarte cuando te acometa la viscosidad de redactar

Han manchado con sangre tu hospitalario suelo

Sus ojos color verde mar o El mar tapizado de olas;


Si eres capaz de interceptarte y sacarte del juego cuando no atines más que a

Un perverso juego o Jugar con mis ilusiones o Alimentar mis ilusiones o Mustia mi alma o Transportó mi espíritu o Tu espíritu fogoso;


Si puedes desestimar, oponiéndote al torrente demencial de la resaca, no siempre solemne, pero sí infecciosa de

El paisaje pleno de vida y encanto o Asomarte a la vida o El milagro de la vida

y aún alcanzado por tu flaqueza, repudiar

Ver brillar el sol y El sol broncea mi piel

Algarabías juveniles y Cegados por la ambición;





Si puedes encabritarte y no atiborrar con

Palabras que se agolpan en mi interior

Mensajes de Paz que llenan el aire o Lleno de esperanzas o Llenará con alegría

o Llenando de emoción;



Si eres capaz, a costa de tu desasosiego, de renunciar definitivamente a

Tu profundo amor y Caer en sus redes

La raíz de todos los males y Prodigar sonrisas;



Si puedes abstenerte del

Sembrador de sueños

Del hielo de la soledad

y así subvertirte y no dotar a tus textos del

Por qué tan cruel es el destino;


Si nadie, ni enemigos ni amantes amigos, logran incitarte a

Estallar en miríadas de capullos vírgenes;



Si puedes, expulgándote de linajes parasitarios, abolir

Dispuesto a darte esa fiel mano o En tu piel rosada;



Si puedes acometerte con fiereza y desterrar de tu escritura indefensa

Se callen sentimientos

Se enmudezcan las voces;




Si eres capaz de rebuscar en tí la imprescindible disconformidad y ni por pasteles te

avienes a

Palpitar en el ritmo de su corazón o Compartir tus íntimos deseos:


¡Tuya será la poesía y cuanto ella revele y –lo que vale más- serás, acaso, un poeta,

hijo mío!


Autor: Rolando Revagliatti

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