viernes, 30 de enero de 2009

Wes Anderson, yo soy de las que lo adoran

Wes Anderson: ¿lo adoramos o lo detestamos? Me parece este artículo una gran caracterización del cine de Wes Anderson quien me cuenta entre sus adeptas, aunque imagino que otra gente puede encontrarlo lento, melancólico o bizarro. El cine de Anderson no es para recomendar a cualquiera, como dice Herman Hesse en "El Lobo Estepario": Teatro No para cualquiera, solo para locos.

Los invito a leer el artículo "Cuando el paladar es más exigente" de Natalia Cid, inspirado a su vez en un artículo de Manuel Yánez Murillo.
http://lafuga.cl/criticas/the_darjeeling_limited/


Van sus películas desde las más recientes a las más antiguas
:

The Darjeeling Limited (Viaje a Darjeeling)
The Life Aquatic with Steve Zissou (La vida acuática de Steve Zissou, basado en la vida de Jacques Cousteau)
The Royal Tenenbaums (Los excéntricos Tenenbaums)
Rushmore
Bottle Rocket (su primer film)


Poseedor de un lenguaje visual y narrativo cerrado, único.
cito: Todo sigue una lógica Andersoniana reconocible. Como un manual, va reciclando artefactos y lugares comunes que explota con un talento aprobado. Las constantes de una familia disgregada, compromisos y responsabilidades que las figuras paterna y materna no desean asumir, el excesivo detalle de los elementos en su cinematografía, la obsesión por los objetos (desde un vaso, nota y zapatos, hasta las maletas Louis Vuitton en The Darjeeling Limited). Unido a dejavús de actores, Wes Anderson pisa terreno conocido con sus protagonistas y secundarios. Los actores son la gran familia del tejano y, sus personajes, una fauna en la que cada uno tiene un sello distintivo. No es casualidad que ‘extras’ iraníes o latinoamericanos tiendan a confundirse en un desfile de outsiders en las cinco películas de este singular director. En el mundo de Wes, todos son freaks o desadaptados o no estaríamos hablando de uno de sus trabajos.

Y es esa condición de reutilizar los recursos, sacar partido de sus freaks y de las conductas infantiles de los adultos y, asimismo, del comportamiento maduro de los niños en sus películas (dialéctica señalada por Manuel Yánez en Miradas), que hacen de la filmografía de Anderson un reflejo personal sobre los afectos y los seres humanos

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